24/4/08

Psicoanalista se nace.

Todos nacemos psicoanalistas. Transcurrimos nuestros primeros días de vida en el acto existencial más puro, es lo que es. No hay tiempo ni espacio, la dinámica del deseo no ha colonizado nuestras mentes que aún no se desarrollan.

Acto psicoanalítico puro, existencia simple sin intermediaciones.

Años después, luego de pasar por las mil y una deformaciones que nos impone la cultura, somos entes mentales, resentidos sirvientes de una identidad que nos atrapa, vivimos desde el pasado en el futuro. Neuróticos ordinarios.

Algunos otros, no llegamos a consolidar ni la neurosis, vivimos en un accidentado tránsito vital, con frecuentes caídas de sistema dada la fragilidad, no llegamos a ser alguien, la máscara está llena de hoyos, no estamos ni al principio ni al final. Psicóticos ordinarios, en mayor o menor grado.

Dentro de todos estos, unos pocos, buscamos la manera más complicada de descomplicarnos, nos metemos a formarnos como psicoanalistas. Hay otros caminos, este es de los más mentales, se agota la mente, se agota el lenguaje, cae el psicoanálisis. Caen las escaleras, quedamos suspendidos allí donde la realidad nos vio llegar al mundo.

Psicoanalista se nace, y a algunos nos toma una enorme cantidad de complicaciones, intentar recuperar ese espacio, ,a existencia.

3/4/08

Sintomas, la vuelta de lo escondido.

Lo dijo con toda claridad el viejo Freud, lo reprimido, retorna.

Mucho he pensado en estos días en este potente concepto. A nivel social aparecen organizaciones paramilitares en el sur quemando buses, bombas varias en lugares diversos. Asesinatos, celebraciones en relación a asesinatos político que terminan en otro asesinato político.

Gobierno, me sorprende escuchar a quienes estaban del lado de las protestas y la víctima de la represión, manifestando los mismos niveles de cinismo frente a un orden social que se desordena, violencia y descontento que amanece por las grietas de la estructura del orden normalizado.

No es diferente el síntoma en el nivel individual. Pretendemos que no tenemos impulsos agresivos, sexuales, no demorarán mucho en aflorar manifestaciones de todo orden intentarno devolvernos aquello de lo que queremos enajenarnos.

Escondemos ante nosotros mismos nuestras dimensiones menos preferidas, nos sale un hijo que nos representa todo eso en su estado más agudo y doloroso.

Todo vuelve.

Por eso me conquista el trabajo de la consciencia, en el sentido de hacerse consciente de todo lo que nos conforma, de todo lo que participamos y creamos pensando que somos totalmente ajenos a ellos. Revisar cómo lo que odiamos en otros es precisamente lo menos cómodo de nuestra personalidad.

El loco en la sociedad no es otra cosa que el que nos representa lo insoportable de lo humano, el que nos trae de vuelta aquello que apartamos para sostener nuestra escenografía de una vida ideal, depurada.

El terrorista quizás no sea muy diferente, pero no está dispuesto al sacrificio como el que entra en la condición de loco y el trato que solemos darle.

No sostengo bajo ningún punto de vista la tolerancia o complicidad con actos que destruyan el derecho de todos y la convivencia. Sin embargo soy enfáticamente partidario de escuchar qué nos dicen los brotes que descalificamos con facilidad bajo la categoría "delincuente, criminal, loco, enfermo".

¿Quién es más enfermo?
El que da la vida por lo que ya no puede soportar
El que no lo soporta y se cree totalmente ajeno

La cura de un loco o un antisocial, es difícil en su arte.

Conceptualmente es básico, simple.

¿Cómo reconducir el brote de una verdad inevitable desde un acto insoportado a una expresión tolerable por el resto que puede aplastar al manifestante?

No otra cosa es la terapia. Cuando el caso es muy grave, ambas partes están en personas separadas. Menos grave, es la lucha interna.

A mis hermanos Psi

Queridos hermanos, Marx. Agradezco la conformación de esta cofradía de selectos analistas, y un antianalista sinclubista retirado, en este ...