12/10/17

Vacunas y controversias

En torno al complejo tema de las vacunas y la controversia creada a nivel mundial por la creciente tendencia de oponerse a ellas por diversas razones, intenté informarme para tener una posición. Nada fácil. Hay muchas variables y preguntas que se responden desde con investigación hasta con fanatismo irreflexivo, desde todas las posturas. En el fondo me vuelvo a percatar de que la gente primero cree en lo que cree, luego busca información que respalda su creencia, en general. Son pocas las personas dispuestas a un pensar que involucre cuestionar las propias creencias y bases epistemológicas. En los polos están los que piensan que la vacunación es lo mejor que hay y ya, porque se los vienen diciendo toda la vida, porque lo dicen “los médicos” o “la ciencia” etc... No se cuántos habrán leído una sola investigación científica en el tema, que como toda investigación determinada metodológicamente en sus resultados, presenta porcentajes de seguridad a la vez que deja a la vista muchas preguntas en torno a la vacunación. En el otro polo están los que se resisten a las vacunas porque sí, porque no “son naturales”, por ser tóxicas, por las posibles reacciones adversas o porque lo dice una autoridad en salud alternativa o complementaria. Y así, básicamente más que pensar nos movemos por emociones. Para ser claros ¿Qué piensa usted de las vacunas? ¿Qué evidencia tiene para pensarlo más allá de habérselo escuchado o leído a alguien que le merece confianza? ... Fundamento emocional.. En lo que pude revisar tengo las siguientes ideas dando vueltas. Las vacunas inmunizan, unas más que otras y parecen estar ligadas a la erradicación de muchas enfermedades. Dependiendo del método y lugar de fabricación hay más o menos riesgos de reacciones alérgicas o por toxicidad, algunas de ellas gravísimas o letales, en diversos grados de proporción. Algunas vacunas están asociadas a problemas serios como reacciones. Otras francamente a fraude por orientaciones más comerciales de laboratorios (h1n1, ántrax, aviar, porcina, ébola, etc... nunca existieron y casi nadie se vacunó). El acto de vacunar supone un importante estrés para el sistema inmune, resulta razonable oponerse a un número creciente y no claramente necesario de vacunaciones (según el CDC en USA alrededor de 30 (si, treinta) vacunas antes de los 6 años, hay muchas más después https://www.cdc.gov/vaccines/parents/downloads/parent-ver-sch-0-6yrs-sp.pdf) Hay médicos europeos y norteamericanos que afirman que cada acto vacunatorio supone un daño acumulativo en el sistema inmune y en el sistema circulatorio provocando isquemias que al largo plazo tienen consecuencias, se asocian a la inflamación crónica y al cáncer. Finalmente, con todas esas dudas, claramente vacunar es la opción que hay que tomar entre el riesgo de contraer la enfermedad y el riesgo que presentan las reacciones adversas a la vacuna. Nada fácil. Uno entiende que las políticas públicas de vacunación muchas veces buscan un efecto en la población para proteger a los más jóvenes de riesgo de contagio de enfermedades que son muy graves para recién nacidos y son comunes en adultos, por ejemplo. Es decir, hacerse parte de una campaña de vacunación es hacerse parte de que vivimos en sociedad y desde ahí resulta razonable el intento de obligatoriedad. Sin embargo, mientras haya sospechas y evidencias de que la forma en que se administra el gobierno no está libre de la influencia de poderes económicos como los grandes laboratorios, no queda del todo claro si entregarse a las políticas estatales es un acto razonable dentro de un marco ético. Nada fácil,

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