30/4/21

Razón, Psicoanálisis y estrechez mental

(en respuesta a nota en blog apsan) 30 abr 2021 La Razón es sólo un recubrimiento sobreelaborado que utilizamos para dar legitimidad a nuestras posiciones pasionales en la vida. La pasión nos orienta y nos pone en una dirección, la razón ordena y da una forma justificable a nuestros movimientos y convicciones que no tienen otro fundamento. Somos seres fundamentalmente pasionales, por eso es que la uniformidad de pensamiento que se requiere para algunos intentos de organizarnos en masa, no tienen otro destino que el autoritarismo. El único espacio posible de convivencia legítima es el que da lugar y espacio a todas las singulares formas de ver y de vivir el mundo, con la salvedad quizá, de poner como base condicional, que esa forma de ver y de vivir el mundo acepte otras formas de ver y de vivir el mundo. Es lo que está en juego, una vez más, en la humanidad, esto es algo no superado a pesar de las apariencias de las llamadas democracias modernas, que hoy se revelan como formas disimuladas de ejercicio del poder feudal del más fuerte, con una elite de servidores administrando la fuerza de ese poder sobre las masas de siervos. En torno a las estrechas y parciales afirmaciones del autor estaba pensando en la profunda división que se está creando en torno a contagio, medidas preventivas e inmunizaciones. Son 3 ejes ante los cuales hay posiciones diversas, y no hablo de antojadizas, sino de basadas en información aportada por instituciones prestigiadas en salud, por publicaciones científicas de revistas de alto nivel, por charlas y videos producidos desde el conocimiento o la experiencia personal de personas que están en el área de la salud y la trinchera de la emergencia. Como un ejemplo, bastaría con leer los papers aportados por el MINSAL acerca de los experimentos pro vacuna existentes para tener serias dudas de si es razonable vacunarse con los inquietantes riesgos asociados, descritos en la información publicada por el mismo MINSAL, con la baja inmunogénesis asegurada en el tiempo, o, correr el riesgo de contraer la enfermedad con su rango de posibilidades. Cada uno debiera ser libre de tomar esa opción. Es delicada la línea en que la vacunación obligatoria hace brotar el fascismo ya no tan oculto en las fuerzas de lo humano. Habiendo científicos que discuten la validez de las vacunas, por ejemplo, con datos de los mismos laboratorios fabricantes y publicaciones científicas de respaldo, como hay otros que aseguran que las vacunas son adecuadas, lo mismo en torno a uso de mascarillas o eficacia de las cuarentenas. ¿Con qué derecho unos podemos imponernos a otros las costumbres prescritas desde uno u otro punto de vista? Es un punto de quiebre de convivencia muy crítico. ¿Porqué alguien que confía en las vacunas tendría que dejar de usarla si siente amparo y seguridad en ello? ¿Porqué alguien que se siente seguro confinado y usando mascarilla tendría que dejar de hacerlo? ¿Porqué alguien que tiene convicción de que los graves riesgos a mediano y largo plazo para su salud que implican las vacunas son enormes, y asume que es menor el riesgo de tener la enfermedad, tendría que usarla porque se lo piden? ¿porqué alguien que no teme las consecuencias de enfermar, y asume la posibilidad de morir, tiene que confinarse y enmascarillarse? Hay investigaciones con resultados muy variados en torno a todos estos ejes. ¿Qué derecho tienen de imponerse unos sobre otros? Omnipotente es creerse libre de enfermar y morir, como lo es creer que conocemos todas las variables y podemos controlar la dinámica de una pandemia con cualquier trozo de tela en la cara y regulando el contacto por mandato autoritario. Ni la mascarilla detiene realmente un virus, ni la gente deja de escaparse bajo cuerda. Las preguntas disidentes no son sólo capricho de unos pocos, no son pocos los médicos, profesionales y abogados llevando causas legales en torno a estas polémicas, en países como Alemania y Holanda. Está en juego el respeto de todos por todos. Está en juego ver qué hacemos con la tentación fascista de imponer y descalificar lo que no nos parece. Es un riesgo acuciante y ya peligroso, presente en todos y cada uno, en cada posición y persona en medio de todo esto. La ciencia como religión es peligrosa. Es un campo de conocimiento donde la polémica y el disenso es lo que construye, en medio de grandes errores a lo largo de la historia. Nada es absoluto, salvo la pelotudez fascista que nos habita en el miedo. El modo antojadizo y forzado de usar conceptos Kleinianos al servicio de un dogma, es un ejemplo de ese riesgo. Ni la Klein era tan estrecha como sus sacristanes.. La omnipotencia suele ser el argumento de lo omnipotente. Los modelos en circuito cerrado en psicoanálisis han sido un riesgo, que inquieta en tiempos que el campo social hierve y a muchos les está asomando el bigotito. El psicoanálisis como religión, terrorífico el paso por divanes capitaneados por la falta de amplitud, cuánto nos queda.

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