24/3/08

El Cherokee y la carreta (encuentro psicosomatico).

Era una esquina de Santiago, de esas que ya se producen poco gracias al muro que conforman las autopistas.
La esquina no era entre dos calles, sino entre dos mundos.
Un semáforo en rojo puso a un flamante jeep Cherokee con su flamante dueño que lucía lentes, reloj, y actitud Cherokee, cara de satisfacción y velocidad... envidiable... junto a un clásido carretonero de Santiago. De esos que abundaban en barrios como La Vega y alrededor de algunas ferias. Enjuto hasta el límite, una lección de anatomía, vestido sólo con un gastado pantalón arremangado, a pata pelá, mugriento y con cara de espanto, tirando un carro cargado hasta el asombro, con ruedas que no ruedan...

El abismo que separa las realidades alcanza niveles sorprendentes para mí.

Pienso, el flamante conductor del bello auto, ¿no recibe impacto alguno? Yo creo que eso duele y envenena hasta el fondo del alma, a todos. Para qué decir el carretonero... Pienso que el impacto se recibe en alguna parte, el cuerpo (contracturas y enfermedades varias), la violencia de nuestras relaciones, las adicciones múltiples de las que somos parte (el consumo, estimulantes, drogas legales y de las otras, la hiperestimulación (tv, mp3, audífonos, "noticias")).

La pobreza, la marginalidad, la falta de oportunidades, la explotación ¿sólo daña a los marginados y explotados? Yo creo que no, creo que los "ganadores" de este mundo estamos permanentemente sufriendo el impacto del dolor del maltrato sobre el que se asienta nuestra convivencia cotidiana y que creamos en cada uno de nuestros haceres en el mundo.

No hay que esperar el próximo carretón para vivir la experiencia. Basta con saber algo de la vida íntima del conserje de nuestro edificio, la secretaria, el junior, el que nos lava el auto, nuestra "asesora del hogar" (renunciamos a llamarla empleada, pero ¿la tratamos mejor? ¿le pagamos dignamente?...

¿Somos inmunes al mundo que creamos?

¿Cómo hacemos para participar de la creación de realidades que luego nos parecen horribles y ajenas?

18/3/08

Silencio y Obscuridad

Lentamente la urbe y sus vías se han ido inundando de imágen y sonidos, muchas veces estridentes, llamativos, controladores.

Muchos lugares tienen pantallas que es casi imposible evitar, con imágenes que no podemos apartar de nuestro campo visual.

Restaurantes, malls, tiendas, micros, carros de metro, estaciones, buses, salas de espera en ámbitos variados, llenas de pantallas de última generación con esa imagen que supera a la realidad en brillo y colorido.

No pocas veces me ha sorprendido constatar que la música ambiental acompaña imágenes de clips musicales sin coincidir. Uno escucha una cosa y ve otra.

Las imágenes en video no coinciden tampoco con la propuesta aparente de los ambientes en los que la pantalla los ofrece.

Nos dejamos llevar, con esa bovina pasividad, la misma con la que permitimos que la televisión inunde nuestros hogares con las imágenes más diversamente chocantes, violentas y espantosas, en una concentración tal que en pocos meses hemos visto más sangre, tortura, violencia y sexo que el más desatado delincuente o el más experto policía.

Es increíble, a veces pagamos por eso. Vamos al cine, elegimos violencia, terror, desconfianza. Quizás en la ilusión de que eso quede en la pantalla. La ilusión del cine, todos sabemos que son actores. Pero, en el cine, en el teatro, la literatura, pagamos para que nos engañen. Para que nos ayuden a crear un mundo ficticio, por terrorífico que sea, tiene fin. Si no pagas no entras.

Nos llenamos de aparatos, mp3, mp4, celulares, palms, combinaciones de ellos, todo el día pendientes de sus sonidos y luces, de sus baterías, de sus accesorios y cables, de sus envases para transportarlos.

Colonizados por la exterioridad, dejamos que nos atrapen los sentidos, llamando desde afuera con su canto de sirena.

Eludimos el silencio, la obscuridad. Como dijo sabiamente un amigo hace poco, hoy en día pagamos, y cada vez más caro, por silencio y obscuridad.

Parece ser pecaminoso querer comer sin una tv, sin "música". Dejé de ir a mi restaurant preferido, almorzaba todos los sábado, al dueño le dio por "aggiornarse" remodeló el local, y por supuesto, sendas pantallas para que nadie se pierda la imagen de carreras de moto, auto, o una que otra bella mina mediática, al ritmo de música "lounge" que tiene aroma a calma, pero que no deja conversar.

¿Iremos a encontrar algo en esta desesperada búsqueda por el sonido más perfecto, la imagen digital?

Entiendo, la economía, el crecimiento positivo permanente, requiere adictos, adictos a lo exterior, tenemos que cambiar el celular, es muy viejo, el mp3, muy poca capacidad, el computador, no procesa los últimos formatos de imágen ... ... ...

En realidad, qué aburrido pensar en silencio y oscuridad ¿inventarán alguna vez un modo de iluminar el cielo y eliminar la noche? mejor aún, en una de esas hacemos desaparecer las pantallas inventando un modo de proyectar en el cielo.

Nos vemos, me voy al mall a cambiar el celular.

A mis hermanos Psi

Queridos hermanos, Marx. Agradezco la conformación de esta cofradía de selectos analistas, y un antianalista sinclubista retirado, en este ...