17/8/19

El Mayor Merino

En años de dictadura y tiempos difíciles (vivíamos de la empresa de mi genial abuelo materno, arquitecto industrial de renombre, amigo personal de Allende y por lo mismo en lista negra en tiempos de dictadura, sin pega y en quiebra...) Me pagaba la universidad trabajando durante el año con el mítico watón Carlos Monge en su innovador restaurant Baltasar, y, en los veranos partía a El Bolsón, en Argentina, a unos kilómetros al sur de Bariloche. Reducto alternativo hippie, buscadores de toda laya, un Elqui trasandino, había más de 40 sectas constituidas, Sai Babas, angelólogos y hasta Lefevristas armados, sí... tal cual... Llegué allá de la mano de mi hermano de vida Jaime Yasky, su hermano Gustavo administraba el café más antiguo del pueblo, el Ricardo’s y recientemente había adquirido el Hotel Cordillera. Hacíamos turno en el café y apoyábamos la gestión familiar del Hotel dirigido por la cuñada de Jaime y su suegra doña Tita, abuelastra de mi amigo y gran personaje de la Argentina porteña profunda. Entre medio carreteabamos el verano todo lo posible, nos bañábamos en el Río Azul o en el Lago Puelo, a veces alcanzábamos hasta el Epuyén para asar algún animalejo y despejarnos del infernal calor del verano en el lago. Uno de esos veranos, un poco cansado de la pega constante del año en el restaurant, en lugar partir en un duro viaje de un par de días de bus al trabajo en Argentina decidí hacer el viaje mochileando un poco camino al sur... calmado, carretera austral mediante llegué al punto de cruce, el hermoso pueblo de Futaleufú... bajando de la micro, control selectivo de carabitates... a los mochileros nos sacaron a un lado, y revisión minuciosa... luego de ello, quedábamos en prisión preventiva, a no ser de estar en posibilidad de pagar el único hotel del pueblo, en que se quedaba con firma diaria... Eso, los que teníamos la intención de cruzar la frontera pues no había policía internacional en el sector, y había que pedir salvoconducto por radio a interpol Puerto Montt.. no entiendo mucho del tema pero las ondas radiales deben haber sido lentas en aquella época, el trámite demoraba entre 5 y 8 días... así es que nada más que esperar... Decidí gastarme unos pesos y me anoté como pasajero en el hotel del pueblo, un hotel de campo con gaucho degollador y descuerador de ovejas, actividad a la que se dedicaba alegremente cada mañana al lado de mi ventana... en el segundo piso del hotel.. una construcción de madera muy clásica, cálida, con un catre de fierro provisto del plumón más célebre de toda mi existencia... el hombre se cargaba una oveja y un chancho al día... se sentía el reclamo inútil del animal, la amarra al árbol y la rápida maniobra de cuchillo, la sangre recogida en una palangana y el aroma bestial desplegándose por el lugar... luego los sonidos del descuere... el hombre impávido... siempre recuerdo mi intriga por cómo lo viviría internamente, si es que había un internamente que quizá es un invento innecesario en esos parajes... Silenciosa noche estrellada, fui tragado por el colchón de lana y el plumón... a la mañana siguiente el panorama se veía más bien delicioso, con la única precaución de pasar a firmar a la comisaría.. Lindos días de verano, entorno natural mágico y lejano a la civilización, el mítico río Futaleufú en su nacimiento chileno... salgo a caminar y a las pocas cuadras, una chica hermosa y llenita de su alegría de campo y su reciente brote de hormonas, de pocos añitos menos que yo, cachetes rosaditos... me mira picarona. En esos tiempos tenía mis encantos que no sabía aprovechar muy bien pero, funcionaban a pesar mío, como en esta ocasión... me dispuse a seleccionar unas manzanas y lechugas (después vería qué hacer con esos vegetales que por esos tiempos no sabía que se engullían provechosamente) un entrecruce hormonal de humanidades y fui invitado a bañarnos al río... dulce, cándida, tórrida hermosa y memorable tarde.... Al día siguiente sabría lo que significaba el forastero llevándose al río a la destacable hija del verdulero para el resto de los fornidos adolescentes machos de la zona... debí esconderme en el amplio patio del hotel.. Esa noche, ya emprendiendo el rumbo a Oniria, en esa oscuridad plagada de estrellas, en el silencio ruidoso de la naturaleza... siento crujir la casona y escucho pesados y firmes pasos avanzar hasta mi puerta... «¡Carabineros!, abra la puerta» ... casi me meo, o no tan casi... recordemos, tiempos de dictadura y desaparecidos... abro y el casi uniformado hombrón estalla en una risotada y se quita el gorro de paco que era lo único del uniforme que traía puesto... con él tres muchachones mas de la comisaría reían amistosamente, me palmotean la espalda y me dicen «vístete wn, vamos a pasear...» aún no entendiendo bien, salgo por la fuerza de la autoridad... llegamos a una casa muy anónima, nos abre una señora como asustada y nos hace pasar, no sabía para donde correr de terror, pero no había como escaparle a la tropa que me acompañaba.. hacemos ingreso a un salón pequeño con tres mesas cuadradas con sus cuatro sillas correspondientes... me indican una silla y tomamos asiento en torno a una de las mesas del clandestino en la que antes de alcanzar a entender bien, fueron puestas ordenadamente todas las botellas de cerveza que podía abarcar la superficie de la mesa... y vino la orden... «a lo nuestro...» A esas alturas la actitud fraterna de los jóvenes carabineros de franco, me hizo entender que buscaban mi amistad... uno de ellos saca unas fotos y veo entre medio de unas llamas (camélido altiplánico mismo) en Macchu Picchu, un mochilero de poncho, gorro boliviano y pelo largo... y comienzan ellos a relatar sus viajes y como, principalmente por asuntos de clase y carestía económica, sus aspiraciones universitarias se habían visto frustradas y habían encontrado en carabineros una salvación, que luego se convertiría en refugio al ser destinados a tan lejana zona, en que sus actividades eran no sólo interesantes, sino fascinantes.... Sus tareas estaban entre rastrear ganado perdido en la nieve en el invierno, ayudar a parir al ganado «atascado», o a mujeres en la misma situación, lejos de cualquier centro de salud. Patrullajes de frontera por semanas acampando en la cordillera, y fraternizando con los gendarmes argentinos que en esas zonas no responden a gobiernos centrales y sus fronteras, tanto como a la necesidad humana de integración y colaboración... Borrado por el alcohol me acostaron ellos, me pusieron hasta el piyama, cosa que no registré hasta despertar al día siguiente destrozado... con el sol entrando a raudales por mi ventana, y la misma voz golpeando mi puerta, levemente mas amable.. «Matías, ¡carabineros! jaja, soy Marco, levántate wn, que el Mayor Merino quiere verte...»... Me levanté como pude, me lavé la cara con la palangana y la jarra de agua correctamente provista, me vestí y partimos. Marco, me deja en la puerta de la oficina del Mayor Merino... un hombre algo serio, que al cerrar la puerta se relaja, me ofrece asiento y me pregunta por mis estudios de psicología... comienza a comentarme temas de sociología, filosofía... estructuralismo y marxismo... la cosa estaba muy interesante.. increíble en esos tiempos y en un lugar del mundo... buen hombre, aliviado y orgulloso de haber conseguido una destinación que lo alejó de prácticas siniestras que involucraban a nuestra policía en esos tiempos... tenía un profundo sentido de servicio social que atendía con dedicación y fascinación en la zona. Cuando la confianza estaba en pleno, me abre la puerta que había tras su escritorio y entramos a un segundo despacho oculto, que contenía la biblioteca más interesante que un estudioso social y filosófico de izquierda hubiera querido tener, estaban todos los libros proscritos por la dictadura, desde “El Capital” para allá.. cuidadosamente organizados ... Más tarde fui invitado a almorzar con parte de la dotación, y los mochileros «detenidos» que estaban en realidad alojados en dependencias de la comisaría en amables condiciones, a la espera de los míticos, esperados y famosos salvoconductos que debían llegar por radio, para poder cruzar a Argentina... En ese almuerzo el oficial nos informó la razón del trato que habíamos recibido. «el viejo visita la zona por estos días... y recibimos órdenes de controlar y detener todo visitante sospechoso especialmente mochileros, potenciales terroristas..» que podían atentar contra la vida del infame General Pinochet. Se expresaba incómodo, irónico, avergonzado a ratos... Los salvoconductos fueron llegando de a uno y en un plazo de unos pocos días pude cruzar continuando uno de los mejores veranos de mi vida...

A mis hermanos Psi

Queridos hermanos, Marx. Agradezco la conformación de esta cofradía de selectos analistas, y un antianalista sinclubista retirado, en este ...