31/1/08

Dificultad para disfrutar, ¿Culpa judeocristiana o consciencia lucida?

Tengo un amigo que gusta de decir que es la culpa judeocristiana la que nos impide disfrutar de lo que tenemos. Yo no se bien qué quiera él decir, pero cuando lo escucho me pasan ciertas cosas.

Con ese amigo pertenecemos a un grupo de amigos profesionales bien posicionados en el ámbito de nuestro oficio, somos independientes y gozamos de prestigio y demanda laboral más que suficiente. Somos dueños de nuestros horarios y tiempos de vacaciones que nos tomamos cómodamente. Un mes en el verano más menos, un par de semanas repartidas el resto del año, viajes, congresos.

Entre pitos y flautas calculo que tomamos libre cerca de dos meses por año. No tenemos jefe y aún cuando dependemos del mercado nuestros honorarios profesionales son del rango alto. Educamos a nuestros hijos en los colegios que elegimos, con acceso a idiomas y a un mundo universitario internacional, pagamos coberturas de salud de primer nivel, tenemos o podríamos tener más de una o dos propiedades de descanso fuera de Santiago. Vamos frecuentemente a restaurantes sin fijarnos mucho en nada más que el gusto de disfrutar del refinamiento gastronómico y la buena atención. Tenemos acceso a libros en todo el rango de nuestros intereses. Tenemos autos a disposición, casi nuevos y en muy buen estado. Tenemos o optamos libremente por no tener asesoría profesional en el hogar. Pagamos seguros de vida con ahorro, y muchas cosas más que el pudor (o la consciencia lúcida de la que quiero hablar... o la culpa judeocristiana) no me dejan detallar.

El detalle me resulta un poco idiota, no son las cosas en sí, su cantidad, diversidad o precio, el lujo privilegiado es la amplitud de opciones y la posibilidad de elegir el modo de vivir en cada aspecto.

Solemos decir entre nosotros que nos sacamos la cresta trabajando para tener lo que tenemos.

Siendo honesto, en este acto me declaro divergente en relación a esa última afirmación. Hablo por mí, pero no me saco la cresta, ni con mucho. Vivo en un barrio elegido. Trabajo lo que quiero, tengo lo que necesito me demoro no más de 30 minutos a mi trabajo, en bicicleta por el puro gusto porque el auto lo dejo en casa. Hago deporte diariamente una hora. Me doy el tiempo para aprender algo de música. Trabajo en una oficina a mi gusto, bien ubicada, amplia, que algún día puede llegar a ser mía si termino con el crédito hipotecario que es lo único que me debe distanciar mucho de un millonario, o lo segundo, porque si ser rico es no tener que trabajar para vivir, ahí estoy lejos. Pero ni tanto.

Ser rico es vivir con menos de lo que uno gana. Cosa relativamente fácil de organizar en la clase media alta a la que calculo pertenezco, pero en los rangos inferiores de ingreso la cosa es muy distinta.

Creo que justificarme y no cuestionar mi posición socio económica con un cerrado "me mato trabajando por lo que tengo", recurso que utilicé por años, ya no me satisface.

Sacarse la cresta o matarse trabajando tiene que ver más con viajar horas, léase HORAS, en micros bajo la línea de lo digno, sin opción, pagar cerca de un tercio del ingreso en ello, estar muy poco con la familia y muchas veces agobiado por la realidad, no tener más que la paciencia como recurso en una sala de urgencia cuando hay un problema se salud, la resignación a la hora de aceptar el lugar en que pudimos educar a los hijos y el modo en que son tratados, la deriva para encontrar las cuatro paredes en las cuales se asienta el sentido de familia y hogar. Un trabajo con el que nos uno no se alcanza a relacionar con el arte y el placer de realizarlo si se vive pensando en el miedo a perderlo.

No por poco la ex ministra de salud, actual presidenta, llevó a su hija a la Clínica Alemana cuando tuvo que hacerlo... No por poco dudo que algún ministro eduque a sus hijos en colegios municipalizados o liceos. Pero eso es otro tema...

Bueno, no se, pero no me calza la culpa judeocristiana, que puede ser parte del asunto, pero judíos y cristianos, también tienen tradiciones de hombres espirituales, profundos, conscientes. Algo de lucidez habrá en que me duela hasta el hueso cuando un muchachito sano aún me pide una moneda por limpiar el parabrisa o por alguna pirueta de esquina, sin mucho más horizonte que pelear por la mejor esquina, mantenerse popular dentro del grupo dominante, y mantenerse alejado de los mil y un desvíos que la vida de la calle le presentará. Cuando veo una señora que podría ser mi madre o mi abuela circulando a la caza de una moneda para juntar lo mínimo. O cuando se me acerca lloroso algún cuentero, normalmente hombres entre sus 40 y 50, con un niño en brazos de aspecto decaído y una receta en la mano de algo que no puede pagar. Lo primero es pensar "me están cuenteando", claro, es posible, pero lo horroroso es que hay muchos que podrían estar pidiendo del mismo modo sin estar contando ningún cuento.

La brecha hoy no es como cuando yo era chico, que pasaban por mi casa todas las tardes a pedir pan duro, fruta, azúcar, lo que fuera para matar el hambre, así de crudo era hace 35 años. Hoy quizás nadie use una ropa desgarrada o un zapato distinto de otro a no ser que a la pobreza se una alguna singularidad de pertenencia psiquiátrica. La ropa está tirada, a costa del nivel de vida de los chinos o equivalentes, claro... la comida abunda, y se pudre por algunos lados, mientras en otros no asoma...

La brecha al menos en este país es otra, las oportunidades de encontrar un lugar digno, decente, conducente en el mundo.

El mundo del privilegio es un asunto serio. No creo que simplemente sea una distorsión perceptiva por la culpa. La culpa como la angustia ligada, pueden estar siendo una muy buena señal de que algo no anda bien. Temo a nuestro hábito de dormir con drogas esas sensaciones que son las que nos llevan a cuestionarnos, ejercicio pasado de moda.

Yo creo que se trata simplemente de que sin hacer mayores análisis, yo se casi organísmicamente, que vivir como vivo sucede por sobre una buena porción de la humanidad que subsiste en condiciones inhumanas y probablemente mi posición descansa en le precariedad de otras vidas.

Yo no tengo asomo de solución, pero quiero dejar de tapar el sol con un dedo.

No creo que sea un problema político administrativo, me harté de descansar en exigir a otros se hagan cargo de mi responsabilidad. Es un asunto de consciencia personal.

30/1/08

Ciclista amoroso. (Carga con tu propio peso)

No soy muy amoroso, soy mas bien bestia bruta. Pero no me gusta la idea de ciclista furioso.

A la bicicleta me subí de chico, como muchos supongo. Santiago era un pueblo hace 30 años, y se recorría amablemente en bici. Tengo muchas anécdotas y aventuras de esa época libre.

Viviendo el sueño occidental del progreso, y habiendo heredado cierta pasión por la sangre italiana, apenas pude compré mi primer auto, y seguí teniendo uno "como todo el mundo" (interesante el egocentrismo clasemediaalta que revelo).

Pero, como los cambios sobrevinieron, llegó el Transantiago, y mi viaje en auto a trabajar aumentó a casi el doble por la maravilla de paraderos que hicieron ocupando vías de circulación. Los ingenieros ocuparon una pista de Av. Tobalaba al llegar a Bilbao.

Hace rato venía pensando en volver a la bici, un día de Marzo, de los primeros a vuelta de vacaciones, probé. Fantástico, una revelación. Desde ahí no he parado, el auto no lo uso en la semana y la vida realmente cambia en muchos sentidos.

La bicicleta exige una atención casi animal, plena y conectada, poca mente, mucha reacción lúcida desde el cuerpo. Llego a mi destino totalmente renovado. Me contrasta con el auto en que, al menos yo, me voy mascando el chicle mental y llego a mi destino totalmente agotado de mí mismo.

Un día pedaleando me vino a la mente la frase "carga con tu propio peso". Me encantó, es el sentido de responsabilidad que impone la bicicleta. Consumir petróleo con todas las consecuencias que tiene su extracción, distribución comercial y combustión en el mundo, es cargar con ese peso a otros animales (humanos y de los otros). Uno paga por la bencina, pero ese dinero no compensa el daño. Desde otro punto de vista si uno come en exceso, más de lo que requiere, el pedaleo se hace cargando un peso muerto, uno se regula solo. Uno no carga a nadie con los excesos propios. Se ahorra un problema de la modernidad, el deporte obligado por lo sedentario de la vida diaria. Es tan absurdo que uno tiende a querer tener un auto de lujo, comer de lujo, y luego tenemos una guata de lujo. Obligado a generar tiempo extra para actividad física, ya no por el placer de hacerla.

Como andar a pie, en el hecho de trasladarse, uno integra un conjunto de necesidades. Contraría un poco esta visión moderna en que ya el auto parece parte del esquema corporal de muchos, pero a mí me hace más sentido. Ojalá me dure.

Miedo a la muerte

Ayer mi hermano me pregunta ¿tienes miedo a la muerte? No se exactamente porqué, pero estábamos en ese momento almorzando en un restaurant de comida orgánica, yo bebía un té blanco y masticaba mis vegetales (hay un divertido y dramático artículo de Ken Wilber "Medita y come tus verduras"). Quizás eso hizo a mi hermano suponer que me protejo de morir.

La verdad, hago una vida cada vez mas sana, opción poco ideológica, pero muy pragmática, con los años he ido descubriendo lo mal que me sentía haciendo ciertas cosas y lo muchísimo mejor que me siento haciendo ciertas otras, muy simples y pocas. El instinto me ha ido guiando a lo que para algunos amigos es una vida monástica. Menos es mas, digo yo. Pero, no es por miedo a la muerte, hasta donde la autoconsciencia me acompaña es amor a la vida que no es nada sin la muerte.

Morir es lo único cierto. Es la única realidad pienso. Es la base de lo real. "Morir es cierto" decía Roser Bru en una serie de grabados, ¿habrá algo más cierto?. El límite del conocimiento, la apertura al misterio, al menos para mí que no tengo ninguna capacidad hacia lo sobrenatural o más allá de la muerte. Habiendo enterrado a varios cadáveres que antes fueron seres queridos, habiendo tenido amplio contacto con la muerte de muchas formas, tengo la impresión de que morir no me mata. El tema es mas bien, dos cosas, cómo vivo mientras no muero, y derivado de eso, quedar atrapado entre la vida y la muerte. Eso si me parece más bien latoso.

En el primer punto, me gusta vivir más livianito, más despierto. Me gusta disfrutar de los primeros momentos de luz de la mañana y dormir cuando cae la noche. Me gusta sentirme cerca de quienes me importan, cerca, no intelectualmente cerca, cada vez soy menos amigo del chicharreo verbal. Me gusta ver desarrollarse a las personas, no en vano vivo de eso, especialmente me gusta ver el crecimiento de mis hijas, las búsquedas de mis cercanos. Me gusta mi vida diaria, mi viaje en bicicleta de ida y vuelta a la consulta, las personas que me encuentro en lo cotidiano. El chiste rápido, el giro de la palabra a la que los chilenos somos dados. Algo de andaluces por ahí queda.

En el segundo punto, confieso cierto rechazo a la idea de quedar a medio camino entre la vida y la muerte, quedar en alguna condición en la que no pueda decidir mi destino y quede en manos de personas que actuarán según cualquiera de los modos imaginarios de tener compasión de un pobre moribundo que no se muere nunca. En esto probablemente coincidimos muchos, preferiría morirme de un paraguazo.

26/1/08

Rudolf Steiner, Antroposofia, Medicina, Pedagogia Waldorf.

A la antroposofía llegué por su medicina. Luego de años de padecer una sinusitis crónica con frecuentes episodios agudos que eran tratados con antibióticos cada vez más fuertes, llegó un momento en que el antibiótico usado me hizo sentir tan mal, que juré nunca más utilizarlos.

Comencé una búsqueda desconfiada en las medicinas alternativas, varias me interesaron, pero ninguna me hizo tanto sentido y claro efecto como la medicina antroposófica, en ese momento con la Dra. Blanca Ortúzar. El cuadro de sinusitis infecciosa con fiebre alta con el que llegué a consultarla, mejoró en unos 10 días, y luego de un año de tratamiento ininterrumpido con homeopatía antroposófica (diluciones bajas en relación a homeopatía tradicional) desaparecieron los cuadros de rinitis que eran muy recurrentes. Tuve un par de sinusitis infecciosas más en dos años (muy poco para lo acostumbrado) y luego de eso en 6 años he tenido uno o dos. La rinitis prácticamente desapareció, la última primavera en pleno auge del problema del plátano oriental, no tuve molestia alguna.

Al ver los resultados, comenzamos a ir en familia. A la fecha mis dos hijas se han tratado sólo con este tipo de medicina con resultados notables, han cursado todas las enfermedades infantiles sin requerir antibióticos, analgésicos ni antipiréticos. La fiebre es bienvenida como parte de una reacción del organismo.

Las explicaciones, mejor ni les cuento, insoportables. Pura metafísica. Todo tipo de entelequias suprasensibles, seres y campos de existencia en los más diversos niveles sutiles. Para mí, un delirio total. Con todo respeto.

Sin embargo, me quedo con las palabras de mi querido maestro Jorge Fernández Tornini, "el método, se valida por sus resultados". Escapándole a las extrañas explicaciones, en las que sólo quedaría creer a ciegas porque no hablan de nada que esté en la experiencia, al menos en la mía, nos quedamos con la práctica. Los médicos dentro de este enfoque son excepcionales en su entrega, rigor, dedicación a sus pacientes, y sin duda alguna, resultados. En un cierto sentido son como médicos a la antigua, ven a la familia, dan indicaciones de sentido común, si bien es una "medicina ampliada" en el sentido de servirse de todos los recursos de la medicina, sin rechazar nada.

Una cosa lleva a la otra. Con gran temor inicial de mi parte y luego de una espantosa experiencia con nuestra hija mayor en un colegio Montessori, entramos a la pedagogía Waldorf, Al Jardín Akelae y al Colegio San Cristóbal, que constituyen la tercera destilación de la pedagogía Waldorf en Chile, que para mí tenía fama de cerrada al mundo y sectaria, muy fundamentalista.

Debo decir con entusiasmo que mis prejuicios y temores iniciales se vieron rápidamente aliviados. Y me fue conquistando una pedagogía que aborda a los niños y a su familia de un modo integral, entendiendo profundamente lo que cada edad y momento del desarrollo requiere y puede lograr, facilitando el camino sin empujar, en un contexto donde lo estético, lo armónico, la imaginación y la creatividad se entretejen con el asombro ante la existencia.

Mis hijas se han desarrollado de tal modo que no podría imaginar nada mejor, y en general es lo que vemos en los otros niños. Otra vez, si voy a las explicaciones, no lo tolero, me salen con todo tipo de entidades invisibles... no puedo con eso. Pero si me pongo a observar lo que sí veo, el modo de trabajar, el compromiso y la pasión de los profesores, la madurez de ellos para enfrentar los problemas propios de la comunidad escolar, las ganas con las que mis hijas van a clases, cómo se desarrollan, la actitud ante el mundo y el conocimiento que van desarrollando... no imagino nada mejor. Ayer mi hija estaba preocupada por la fecha en la que volvíamos de vacaciones, no quiere perderse un sólo día de clases...

Circunstancias me llevaron a conocer otro aspecto de este grupo de gente. Su granja terapéutica en Curacaví. Tuve en tratamiento a un buen hombre con el que no había podido un buen número de profesionales de la salud mental, la cúspide de los expertos se daban por vencidos con él.

Hice el contacto y en un notable proceso este muchacho ingresó en la granja terapéutica (nadie está allí a la fuerza). Otra vez prefiero obviar la metafísica. Lo que vi es que lo enchufaron en la realidad más básica. Dormir con la noche, despertar con el día, una alimentación de lujo en horarios bien cuidados y por sobre todo el más intenso trabajo corporal que implica llevar adelante una granja con cultivos diversos y lechería. Para no alargarme puedo decir que hasta donde he sabido ese hombre en algo más de año y medio está transformado en un alegre y sabio granjero que ha desarrollado varias de sus capacidades a niveles sorprendentes.

En algún minuto ante todo esto tuve el interés de conocer el pensamiento de Steiner. Asistí a un seminario en torno a su libro "La Teosofía". Partimos bien, el tipo invita a hacer ciencia de lo suprasensible. Digamos que era leal a la pregunta de Groucho Marx que encabeza esta página ¿a quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos? Propone creer a la propia experiencia y que para ello las personas deben alcanzar lo suprasensible como experiencia personal para luego hacer ciencia acerca de lo que serían experiencias accesibles a varias personas. El problema es que se queda en la invitación. Y se manda con descripciones de su percepción del mundo. Insoportable para mí, creer o creer. Para avanzar en el estudio sólo queda creer que el hombre tuvo esas experiencias del mundo y la existencia, y seguir sus elucubraciones. Para mí imposible, eso es del plano de la religión institucional, donde a uno le dicen como son las cosas que uno no ve, y uno cree en eso y sigue. Ya tuve suficiente con mis años de psicoanalista y las invenciones freudianas acerca de lo humano. Otra religión equivalente.

Lo más cerca que yo estoy de la religión es el encuentro con lo misterioso, con la apertura de lo incognoscible, pero no con el relleno que alguien quiere ponerle desde sus voladuras personales. Hay otro libro en que Steiner propone un método para alcanzar percepción de los mundos ocultos. No me convence.

Sin embargo, sigo convencido con estas prácticas que se derivan del pensamiento de Rudolf Steiner, sólo por su cara visible, con eso me basta y me convence. No deja de producirme inquietud profunda el que todo esto venga de tan ajenas visiones...

Videntes, auras y otras hierbas...

A lo largo de los años y cada vez con más frecuencia, me encuentro frente a personas que tienen una experiencia de la realidad en el plano de lo "suprasensible", es decir, que va más allá de lo sensible a los 5 sentidos por todos conocidos. Hay personas que ven "el aura" algo que parece ser un borde luminoso que en diversos colores, que muchos asocian a diversas cualidades del sujeto, rodea a seres vivos. Dentro de estas personas hay quienes se sienten capaces de describir características estables o transitorias del individuo que observan. Otro tipo de videncias que me ha tocado presenciar, son más llamativas, me ha tocado compartir con un colega que tiene variados rangos de visión extrasensorial. Por un lado en el campo de las "energías" corporales, ve de un modo ampliado lo que otros ven como aura, no sólo ve contornos corporales sino la luminosidad correspondiente a los chakras de la medicina hindú, y los meridianos de la medicina china, en su interrelación con diferentes órganos y funciones corporales. Este amigo, además puede ver con toda claridad escenas de la vida de la persona, en particular cuando son una traba emocional instalada en algún área del cuerpo energético como podríamos llamar al conjunto de energías que es capaz de describir emanando de una persona. Sus visiones además abarcan otras vidas, encarnaciones previas y las cosas que de ellas se harían presentes en la vida actual. Conozco también a una médico muy conocida entre quienes frecuentan a videntes, con las mismas capacidades.

Yo, con suerte veo las letras en esta pantalla. Más que eso, nada. Me declaro totalmente ciego a los planos suprasensibles de la experiencia humana. Inicialmente muy escéptico a estas cosas, tendía a tomarlo por fenómenos psicóticos, fuera de "realidad". Sin embargo, si somos estrictos con la psiquiatría, no corresponde, lo psicótico se presenta en lo auditivo, voces, etc.. que en general invitan al sujeto a hacer o decir cosas que lo sitúan fuera del campo de lo aceptable por su entorno social. En estos casos los fenómenos parecen ser eminentemente visuales, y en general tienden a hacer sentido y ser aceptables para quienes reciben estas visualizaciones. Si no recuerdo mal son las psicosis tóxicas las que producen fenómenos visuales, pero suelen estar acompañadas de alteraciones evidentes de orientación y consciencia y caen lejos de lo aceptable por los que rodean al sujeto.

Luego de haber conocido a muchas personas con estas capacidades, y sorprenderme por la consistencia de lo que ven en mí, me abro a la posibilidad y me hago la pregunta por el hecho de que existan personas que perciben dimensiones del mundo que nos rodea que escapan al común de los mortales, sin ser fenómenos delirantes, sino que en la medida en que se mantienen adaptados al mundo en el que habitan, son fenómenos perceptivos.

Jacques Lacan, el personaje.

Declaro con énfasis que no me siento para nada experto en Lacan. Sin embargo, de lo que conozco a través de diversas experiencias, me formé una opinión, que paso a desarrollar. En relación a ser o no experto en Lacan, Lacan fue un personaje multifacético, muy complejo, cuya obra escrita conforma sólo una pequeña parte de lo que se ha constituido en el edificio Lacaniano actual, mayormente conformado por una tradición oral de creación y transmisión de un mito, la mayor parte de lo que circula como sus seminarios son transcripciones, es decir, lo que alguien escuchó decir a Lacan, y luego escribió. La autoría de muchos textos de Lacan es dudosa, más aún desde que su astuto yerno, Jacques Alain Miller heredara y se apoderara de toda la obra administrando la aparición de textos fundamentales. Es decir, a estas alturas Lacan es un país como el Vaticano, con su Papa, iglesias alternativas disidentes, cortes de asesores, su propia teología de la liberación y movimientos insurgentes e intrigas diversas que lejos de tener relación con la enseñanza que se busca transmitir, surge de la más profunda mediocridad egótica humana.

Es un problema saber qué dijo Lacan, agravado por el hecho muy bien descrito por alguien a quién le escuché decir, que un lacaniano, es alguien que, en un grupo de psicoanalistas, es el único que entiende a Lacan...

Sin descartar otros aciertos y aportes que mi ignorancia no me permiten valorar, el aspecto de la obra Lacaniana que ha capturado mi atención e interés por unos años, es su modo de comprender el efecto del tratamiento psicoanalítico sobre la transferencia, que lo conducen a pensar el análisis como terminable en la caída de la transferencia como posibilidad, dando paso a un cambio fundamental en la subjetividad, llevando al sujeto atrapado en el campo del Otro, a ser sujeto de sí. En ese punto hay algo notable, hay frases de Lacan sueltas por ahí en el seminario del acto y en el de la ética, "confía en el inconsciente, al final del análisis", "entrégate", "al final del análisis está el comienzo de la vida misma".

Estas ideas van de la mano con la noción de desidentificación del yo, una desconsistencia de la vivencia de ser uno mismo el que era, y la apertura a una flexibilidad existencial, que además acepta los límites de la comprensión, y particularmente del lenguaje para hablar de uno que es. Otra de las transferencias que para Lacan caen al final del análisis, el lenguaje no dice.

Esta idea del final del análisis concibe a un sujeto finalmente arrojado a un abismo de misterio, incertidumbre, y entrega, confianza. Llega el punto de abandono de la ilusión de que el analista sabe, que uno puede encontrar ese saber hablando y esperando que otro le descifre algo. En ese punto se diluye el analista, aparece la persona que había tras el semblante, y el propio ser es arrojado a la experiencia de ser ahí. Es un terremoto existencial de liberación del ser misterioso, impredecible. Esto es lo que se desarrolló dentro de las ideas del pase, a las que dedicaré otro texto.

Volviendo al personaje desde estas ideas, tengo la impresión de que Lacan trabajaba intensamente alrededor de estas ideas, y por una serie de circunstancias sociohistóricas, sumadas a su magnetismo y genialidad, fue quedando ubicado en el lugar de un dios, un ser excepcional y sobrenatural por sus seguidores. Atrapado, dijera lo que dijera la gente ya no lo escuchaba, lo imitaba, lo adoraba. He coincidido con Lacanianos importantes como Jacques Nassif en que Lacan despreciaba ferozmente a sus discípulos. Creo que lo hacía en el punto en el que Krishnamurti lloraba, cada uno desde su animal propio, su temperamento, enfrentando la desesperación, la soledad de quién busca compañeros en la aventura de la consciencia y se encuentra ganado. Zarathustra baja de la montaña alucinado con la muerte de dios y el nacimiento del hombre evolucionado en la propiedad de sí mismo, la gente que lo que quería era saber qué dijo dios, lo rechaza. Lacan corrió otra suerte, opuesta, como a muchos, lo hicieron estatua. Fue Wilfred Bion el que ante una reelección en la sociedad psicoanalítica de Londres, y el fanático fervor que producía entre sus seguidores, decide partir a California dejando todo "antes de que me hunda el peso de las medallas". Lacan quedó atrapado, no alcanzó a volar, se fascinó con el oro, y creo que mayoritariamente tenía plena consciencia de lo que ocurría pues sobre eso versaba sistemáticamente su enseñanza en los seminarios, la transferencia, sus efectos, la ilusión de ampararse bajo el manto de un ser visto como superior para calmar las propias angustias existenciales de ser un simple ser humano arrojado al vacío de la existencia.

Tengo la impresión de que lo desesperaba la estupidez con la que era seguido, y comenzó a probar, hablar incoherencias, tonterías, y lo seguían, haciendo comprensible y maravilloso lo imposible. He visto mucha obra de seguidores que me parece desarrollan un fragmento de idiotez que Lacan arrojó para ver si caían en cuenta de su realidad falible. Como ocurre en muchas disciplinas, mientras más obscuro e incomprensible una idea del maestro, más años se le dedican obsesivamente a elucidar los posibles sentidos que eso pudo tener para el genio. Mientras menos se entienda el pensamiento, más importancia se le asigna. Lacan fue aumentando el volumen, para ver si caían, circulan historias miles, le hizo rebajar 2 milímetros a una pata de su diván, para que cojeara, hacía todo tipo de arbitrariedades y payasadas con sus pacientes y seguidores, no lejos del maltrato y el abuso muchas veces, a la par de muchos gurúes del hinduismo y budismo, yo leo que la esperanza del muchacho es que alguno cayera de la hipnosis, viera el ridículo... se me viene a la mente la escena de un seminario grabado en video en que aparece Lacan vestido con un abrigo de visón blanco fumando un puro "cola de chancho", hay una escena con ese vestuario, que es literalmente circense, creo que está en internet, Lacan en esa pinta da un seminario y viene uno que le arroja un balde de agua fría, mojándolo entero y apagando el puro, el personaje continúa con su seminario indiferente a todo.

25/1/08

Lios en Pareja ( ¿amor? )

¿Qué es hacer pareja? ¿Basamos nuestras relaciones de pareja en el amor? ¿De qué hablamos cuando hablamos de amor de pareja?

Yo distinguiría el amor romántico como la especialidad amorosa sobre la que basamos nuestras esperanzas de vida en pareja, extendemos los efectos narcóticos del momento del enamoramiento a un futuro infinito, y lo amarramos con las anclas matrimoniales pretendiendo ubicar nuestra nave de una vez y para siempre en el lugar inamovible del efímero flechazo de cupido.

Cae el manto hipnótico, el príncipe azul tiene ahora, repentinamente, olor a patas, malos modales, una madre espantosa que se nos viene encima, le gusta tomar con los amigos y echarse a ver tele, dejando atrás aquellos fines de semana de conquista en que se nos presentaba impecable y deportivo un sábado por la mañana temprano, listo para emprender todo tipo de aventuras de montaña, playa y deportes, hoy reducidos a las 32 pulgadas del plasma con el que destruyó el dormitorio matrimonial.

La princesa, por su parte, de pronto tiene estrías, mal aliento por las mañanas, usa unas camisas de dormir espantosas, le crecen cañones en las piernas, axilas y pubis, reclama por todo, desilusionada, nada le parece bien. Vive molesta con los amigos del príncipe que sólo se juntan a tomar, mientras ella con las otras princesas en el rincón de la fiesta comparten la desgracia de animal con el que se casaron.

Sin llegar aún a la llegada de los hijos, ya tenemos anunciado en detalle lo que será el estado de crisis permanente, con fases más o menos agudas, del matrimonio en evolución, por el siguiente decenio. A no ser, claro, que uno, o ambos, decidan interrumpir la aventura separándose para retomar la búsqueda de la media naranja, repitiendo el ciclo tantas veces como nos dé la ceguera. La crisis permanente se basa en algo muy simple y obvio, el otro con el que me casé, es Otro, otro a mis sueños, otro a mis esperanzas, otro a mis expectativas. Es otro al que no vi, en mis sueños enamorado de una imagen de lo que quería encontrar.

La realidad de nuestros compañeros de vida, por excelente que pueda ser, siempre es fallida a la escala de nuestras esperanzas o mas bien exigencias. Sin darnos cuenta esperamos que quien se decide a darnos el "si" para toda la vida, se esclavice intentando cubrir a la perfección todas nuestras necesidades y carencias. Agravadas en la medida en la que hayamos tenido una infancia poco provista de cuidados adecuados. Sin embargo aún cuando nuestros padres hayan estado a la altura del más exigente de los psicólogos infantiles, por estructura, el deseo se encargará de continuar su ciclo, siempre más allá de lo que nuestra pareja pueda darnos.

Años de pelear con los hechos, gradualmente se nos presenta la evidencia. El otro no nos llena, y parece que no nos llenará. Conversaciones, promesas, vuelta a intentarlo, a la vuelta de la cama nuevamente nos encontraremos de cara a la realidad, cada uno es lo que es, y si todo anda bien, cada vez mas fiel a sí mismo.

La encrucijada clásica, nos separamos para buscar la mitad que nos falta en otro ser humano, o quizás, podamos pensar que el desafío de ser pareja es el desafío básico que nos impone la vida humana, relacionarnos con el otro. Desafío estructural al flujo de nuestro ser, otro que por el hecho de ser otro se interpone.

El negocio matrimonial suele equilibrarse por años, precariamente y ayudado por psicofármacos, televisión, vida social, lubricantes y viagra, en el sometimiento de uno al otro. Sometimiento a veces alternante, cambio de papeles, a veces fijo, patología psiquiátrica. Sufrimiento dramático, para todos. Cuando uno aplasta al otro, todos pierden, nadie gana.

Cuando también ese intento se extingue, por cansancio, cuando separarse es absurdo, el camino que se abre es comenzar la nueva etapa del desarrollo personal, en comunidad, en pareja inicialmente. Desarrollarnos con otros en el mundo.

El fundamento inicial de este poderoso proceso, es la aceptación mutua de que el otro es lo que es, simplemente, y que eso no lo hace en contra de uno. Se abre la invitación a descubrir quien es el otro, para donde va con la vida, como quiere vivirla, a la par de descubrir lo propio. La invitación es desechar los compromisos, las obligaciones, en cierto sentido la solución es separarse. Separarse de las expectativas, de los planes, del matrimonio ya expirado. Separarse para encontrarse con ése que aún vive en el compañero o compañera, bajo el rígido edificio de exigencias y frustraciones mutuas.

Es el momento en que muchos reconocemos en el otro ese del que nos enamoramos, que quedó enterrado bajo los años de lo que fuimos haciendo juntos. Tal como le pasó a uno.

Es la apertura a lo incierto, todo terminado, sin esperanzas, en el "no se", "veremos"... la oportunidad de amanecer a la posibilidad de una convivencia con amplio espacio para ser.

¿Amas realmente a tu pareja? Tengo la impresión de que confundimos el amar con el sentimiento de posesión, la o lo queremos para nosotros, para nuestros deseos, en nuestros planes. La "queremos" a nuestro servicio. Si hubiéramos ingresado en el ámbito amoroso, el espacio es amplio, poco importa si nos acompaña a ver a nuestros padres, si va a las reuniones sociales del trabajo, si le gustan cada una y todas las personas que nos gustan, si le gusta hacer lo mismo que a mí. En ese ámbito gozamos de ver a nuestro amado desplegarse, desarrollar el ser esencial que nos cautivó inicialmente. No queremos poseerlo, gozamos de su ser.

El Inconsciente, ¿existe?

El Inconsciente, aquello de nosotros mismos que no vemos pero se expresa de muchas formas, haciéndosenos presente a través de sus consecuencias indirectas.

A pesar del apoderamiento psicoanalítico, de lo inconsciente han hablado muchas tradiciones y personas de diverso origen.
En los trabajos de Freud destila un concepto de inconsciente que vale la pena examinar con detenimiento. Cuando se lo ve describir su trabajo con pacientes, lo que Freud hace es esperar encontrarse con la perplejidad de su paciente ante algo de sí mismo que lo interroga. Algo de sí que no cierra, que no entiende, que no hace sentido. En el acto el consultante, ya inmerso en la atmósfera sugestiva del gran doctor Freud, dirige su atención y esperanzas hacia este mago que develará las ocultas motivaciones que explicarán lo inexplicado de sí.

Freud era un mago, no un brujo, no un chamán (como otros psicoanalistas), por lo tanto se servía de trucos en el vehículo de la sugestión, no de entregarse al inconsciente, a la intuición pura en el despliegue de la relación con su consultante, el estilo chamánico.

Freud procedía entonces a explicar al paciente lo que le ocurría en términos de fuerzas y complejos debates internos entre diversas instancias psíquicas. Para él ampliar la consciencia era abrirla a los dictámenes de su teoría. Es decir, utilizaba su teoría para explicar al paciente lo que le ocurría.

Revisar el trabajo de Freud (personalmente me parece que Dora es el caso más dramático sin ser el único de ninguna manera) resulta chocante en el sentido de el modo en que va forzando los hechos para acomodarlos a su teoría, procediendo contra toda opinión y señal de sus pacientes, arrastrado por la convicción teórica de que las cosas eran como a él se le aparecían.

Era el trabajo de un experto, que hacía algo muy osado y a la altura actual de la teoría del conocimiento, absurdo. Pretendía tener un acceso privilegiado a la experiencia de su consultante, más allá incluso del consultante mismo.

Pues bien ¿cómo podría yo decir que sé lo que te pasa mejor que tú, si primero no afirmo que lo que te pasa te pasa en un dominio del que eres totalmente ignorante y en el que yo soy un experto? En el caso de gran parte del psicoanálisis, es el truco del inconsciente. Eso que te pasa te pasa en el inconsciente y yo te puedo decir qué hay allí. Para Freud en la época de Dora en ese espacio tienes complejo de edipo y teoría sexual infantil.

El inconsciente no existe per se. Es un modo de explicarnos lo oscuro de nuestro comportamiento. Es un modo de dar sentido a muchas cosas que sentimos, pensamos y hacemos, sin tener comprensión alguna de su origen y sentido.

Hay otro modo de conceptualizar lo inconsciente, propio de Bion, Laing y Lacan, que señala la presencia de lo inconsciente en el punto en el que perdemos el sentido de lo que somos, cuando no podemos explicar, cuando nuestra coherencia se rompe dejándonos en un impasse personal. Sin embargo la actitud ante esta presencia nula, es llevarnos a la experiencia de esa grieta. Las consecuencias que se derivan de ahí son el efecto de un buen psicoanálisis en manos de un psicoanalista advertido.

Muchos otros modos de situar lo inconsciente hay en Jung, el Budismo, la Teosofía de la Blavatsky, Antroposofía de Rudolf Steiner, Gurdjieff, Jodorowsky. Un inconsciente pleno de dimensiones y entidades. Lo dejo pendiente.

Lo que quiero destacar y poner en juego aquí es el problema del poder en psicoterapia, particularmente en psicoanálisis, como en cualquier otro enfoque que asuma tener un acceso privilegiado a una verdad a la que el consultante es ciego, como un modo de situarse como un experto mediador entre esa verdad y el consultante. Eso consolida un vínculo de poder y dependencia.

Un terapeuta éticamente bien ubicado debiera trabajar con esa dinámica para desarticularla, no abusar de ella para tener a un paciente dependiendo para siempre de las verdades que emanan de su terapeuta.

Son varios los que se ocupan de este asunto, Humberto Maturana, Ronald Laing, Sandor Ferenczi, Donald Winnicott, incluso me da la impresión de que muchos gurús de la india y tradiciones derivadas, en el budismo Chogyam Trungpa dice explícitamente que uno encuentra un maestro para perderlo, para seguirse a uno mismo. Ayer escuché decir que Krishnamurti luego de sus charlas lloraba desesperado porque la gente rendía culto a su persona y no escuchaba su mensaje de liberación.

Esto me recuerda a Jacques Lacan. Dentro de lo que conozco su trabajo, me parece que es un punto central de su trabajo, apuntar a la ilusión que se deposita sobre el psicoanalista y el progresivo desgaste que el trabajo psicoanalítico efectúa sobre dicha transferencia.

Tipos de Psicoterapia

Las psicoterapias pueden separarse con claridad en dos grupos. Las que son guiadas por uno que se considera a sí mismo experto en lo humano y de algún modo va guiando al consultante por un camino "correcto". Experto poseedor de un saber acerca de los demás que lo autoriza a imponer ese saber al servicio de ayudarlo a mejorar. Este enfoque implica moralmente a un terapeuta que más o menos conscientemente sabe lo que es bueno para su paciente y se dedicará a conducirlo en esa dirección. Es el ejercicio del poder en psicoterapia, con sus riesgos. Freud tomó esta dirección muchas veces con sus pacientes.

Por otra parte, están los procesos terapéuticos que son manejados por uno que se sabe experto en no ser experto. "Mente zen, mente de principiante" dice un bello texto budista de Shunryu Suzuki. Para mí el hilo ético del psicoanálisis está constituido por esta mente de principiante como modo de enfocar el encuentro terapéutico. En esto coinciden tres de mis principales maestros dentro del psicoanálisis, Winnicott, Bion y Lacan, cada uno a su modo. Es inevitable que el poder derivado de la confianza que el consultante deposita en su terapeuta, se haga presente, la clave está en este otro tipo de proceso, que eso está abierto a revisión por parte de la dupla paciente terapeuta. El lugar del terapeuta, su poder, su saber, son todas cosas que el terapeuta que trabaja en esta línea estará abierto y contento de revisar cuando llegue el momento.

22/1/08

Consciencia y Responsabilidad

Es la meta del desarrollo humano a mi modo de ver.

Es la definición más simple y clara de salud mental. Consciencia y responsabilidad.

Es lo que más falta en la medida en que mas afectada está la salud mental.

Ampliar la consciencia implica hacer propio lo que hemos depositado en el mundo que nos rodea rechazándolo, cayendo en una falsa dicotomía bueno malo, quedándonos con la idealización de nosotros mismos escapando hacernos parte del universo del que formamos parte.

¿Cuántas de nuestras actividades y actitudes cotidianas cuestan fortunas en costo de vida y recursos naturales a los demás?

¿El dinero que pagamos por contaminar (bencina, uso de autopistas, exceso de basura...) PAGA realmente lo que dañamos?

¿Tiene eso precio?

¿Cuánta de nuestra "libertad" de hacer lo que queremos es a costa del esfuerzo de nuestras parejas, hijos, empleados, conciudadanos?

Encerrados en los conceptos del modernismo consumista, ¿nos sentimos sanos, íntegros y felices envueltos en un mundo de cosas, rodeados por seres que no tienen lo más básico?

Cuando abusamos de lo que nuestra posición de privilegio o poder nos da...

Cuando vemos imágenes de Irak, de Guantánamo, y logramos darnos cuenta de que lo que vemos es real, a ratos, que no es una ficción...

Raíces de consciencia nos quedan a todos.

Podemos anestesiarnos mamando TV, llenándonos para no tener silencio y oscuridad (escasos hoy por hoy), comprando, bebiendo, fumando, medicándonos (drogándonos legalmente)...

Pero a pesar de eso, algo cosquillea... la consciencia vive....

¿No puedes dormir?

"How can we sleep while our beds are burning?" decía una antigua canción australiana de unos rockeros conscientes...

Psiquiatria y Psicoterapia

Es una relación crítica, equilibrio precario.

Los síntomas psiquiátricos desde mi punto de vista muchas veces son un brote subjetivo. Una primera señal de algo verdadero que vive en alguien completamente autoesclavizado en una apasionada servidumbre voluntaria (De la Boétie).

El síntoma suele contener su propia cura, si se lo deja brotar, se comprende su sentido, se acepta sus consecuencias.

Muchas veces, inmersos en la lógica de la obediencia a un modelo de normalidad, nos pensamos "enfermos" o "malos" o "mal hechos" cuando enfrentamos ciertos sentimientos o vivencias que no calzan con lo esperado. Muchas veces esto no llega a ser consciente. EL rol de la represión es mantener la tranquilidad del sistema, muchas veces escondiéndonos aspectos de nosotros mismos, que de hacerse plenamente presentes, amenazarían gravemente la estabilidad de nuestra creencia en relación a quienes creemos que somos.

Tendemos a pensar que somos algo fijo y estable. Nuestra auto imagen nos encarcela pues el ser y la evolución a la escala de una vida humana es un proceso dinámico, lleno de fluidez y sorpresa.

Mientas más rígida es nuestra idea de lo que somos, más nos asusta la novedad en nosotros mismos, más "sintomática" será la aparición del desafío, de lo nuevo, de lo que no cuadra en lo que creíamos ser.

Convencidos de lo patológico en ello, tenderemos a buscar ayuda para aplacar, aplastar esto que de nosotros emerge que cuestiona todo nuestro equilibrio.

El arte de medicar. Es aquí donde es crítica la posición del psiquiatra que pueda recibir éste brote. Muchos van a seguir la lógica de readaptar al sujeto a su habitualidad, y medicarán al servicio de contener lo que emerge.

Otros, más cerca de la ética psicoanalítica y de otros enfoques que conciben el cambio y comprenden sus formas de presentación, declinarán medicar y procederán a mostrar el camino de una buena terapia, o medicarán en caso de necesidad, para que la fuerza sintomática sea moderada y permita un proceso terapéutico sin bloquearlo.

En mi experiencia hay numerosos casos en los cuales la necesidad de medicación disminuye hasta desaparecer en la medida en la que lo que apareció como un síntoma es comprendido, aceptado e integrado por el sujeto como parte de sí.

Hay excelentes coterapeutas médicos, buenos compañeros de un terapeuta. Sin embargo la cultura actual, con su inmediatismo y facilismo, muchas veces facilita el camino de la medicación para anestesiar, enajenando al sujeto de su síntoma y contribuyendo a sostener un equilibrio precario pero amable en parte.

Psicoanalisis

Me formé como psicoanalista en gran parte de mi trayecto. Tengo fuertes influencias de lo sistémico y lo relacional. Es decir la mirada sobre el contexto en el que surge tanto un síntoma en alguien como una identidad o un proceso vital. Entiendo que las personas somos semillas en el sentido de traer algo desde la misteriosa base desde la que emergemos a la vida, lo que llamamos temperamento. Entiendo también que en el encuentro con un contexto determinado biopsicosocial, esa semilla podrá desarrollarse de acuerdo a su potencial, o lo que es más frecuente, resultará deforme o mutilada en el encuentro violento con un mundo poco respetuoso con lo emergente, con el misterio y la receptividad.

El psicoanálisis, a diferencia de las psicoterapias (incluso la psicoanalítica), y siguiendo ideas de mi amigo Juan Tubert Oklander de México, traídas a la mano en una reciente conversación por mi amigo Jaime Yasky, es un proceso en el cual todos los elementos del psicoanálisis sus herramientas y conceptos, el rol y lugar de paciente y analista, quedan sujetos a la revisión, a partir de la experiencia.

En el psicoanálisis más clásico (Freud, Klein, Lacan y sus linajes respectivos) es la experiencia del consultante la que se observa, dejándose fuera la del analista en diversos grados.

En posturas más recientes como el intersubjetivismo, se hace eco de viejas ideas muy poco desarrolladas hasta ahora en el plano oficial del psicoanálisis, se integra el pensamiento de Ferenczi, Searles, Sullivan, Laing, Winnicott, Kohut principalmente en un enfoque que tiene como bases fundamentales la apertura a la experiencia como el elemento central a trabajar en el encuentro terapéutico. Se entiende que terapeuta y consultante están inmersos en el contexto mutuamente generado, y sus experiencias mutuamente determinadas en un proceso dinámico.

Ambos sujetos sólo tienen acceso a su experiencia del otro y de la situación. No existiendo posibilidad alguna de que el "experto" tenga un acceso privilegiado a la experiencia del consultante. De esto resulta un encuentro que se centra en la exploración de la experiencia del consultante, quedando sujeto a revisión todo elemento del encuentro.

En mi impresión, un psicoanálisis con estas características, arroja al sujeto a un brote existencial, a un renacimiento a partir de la experiencia de ser, brote subjetivo. Opuesto a una identidad definida a partir de los demás. Este brote existencial a mi modo de ver está muy cerca si es que no exactamente en el lugar al que apuntan muchas escuelas budistas, en particular la zen.

Es el fin del camino, cualquiera sea este camino. Psicoanalítico, budista. Es el inicio del camino propio, de la vida propiamente humana. Consciente y responsable, en un proceso cuyo trayecto es un misterio en tanto es totalmente nuevo.

Psicoterapia

Entiendo la psicoterapia como la aplicación del conjunto de técnicas y conocimientos derivados de las diferentes escuelas de psicoterapia. Las fuerzas principales son Psicoanálisis, Sistémica, Cognitivismo, Transpersonal. En la psicoterapia el que juega de terapeuta hace uso de su experticia en las técnicas que conoce, para ampliar la consciencia de su consultante hacia áreas de sí que le son oscuras, ayudándolo a responsabilizarse gradualmente de su pertenencia a un universo complejo. Es un asunto trivial en psicoterapia dado que vivimos inmersos en lo que algunos han llamado "mito de la mente aislada", que nos hace experimentarnos a nosotros mismos como entes independientes del mundo, por lo tanto no tenemos consciencia de que constantemente cosechamos las consecuencias de nuestro actuar en el mundo. Nos vivimos como víctimas impotentes de circunstancias que se nos aparecen ajenas, y no vemos cómo tenemos en nuestra mano la posibilidad de transformar nuestra vida. El camino es el contrario a lo que podría parecer de sentido común, pues la transformación comienza a partir de la aceptación de la realidad en todas sus dimensiones.

A mis hermanos Psi

Queridos hermanos, Marx. Agradezco la conformación de esta cofradía de selectos analistas, y un antianalista sinclubista retirado, en este ...