Cuando un terapeuta "escucha" intentando dar con un diagnóstico ¿escucha?
En tal caso ¿qué escucha, si no sus modelos teóricos para ver cómo encajar al consultante en alguna categoría conocida?...
Entonces, ¿escucha al otro? ¿se escucha? sus propios temores, ideologías, etc...
¿En qué consiste entonces la psicoterapia?
¿En traducir al sujeto a una mirada y lenguaje científico normalizador?
¿Indicarle al consultante lo que le pasa y esperar que se adhiera a nuestra idea de solución? (que ni siquiera probablemente es nuestra sino de algún laboratorio que hace buen negocio creando nombres de enfermedad a diversos estados anímicos...)
O, hacia el otro lado, abrirse a la escucha, e intentar que el consultante se escuche, alguna vez, en nuestras palabras, reflejo, que finalmente conducen a la clara noción de que nadie sino tú, puede escucharte...
Muy de moda está el "mindfullness" ("presencia plena") en psicoterapia, un curioso injerto de la meditación con psicoterapia. Conozco pasionales defensores del concepto, que no han meditado nunca, y basan su práctica profesional en las categorías diagnósticas médicas dictadas por asociaciones médicas psiquiátricas norteamericanas.
Siendo estricto, ¿qué posibilidades hay de estar plenamente presente con alguien a quien vemos como "limítrofe" o "trastorno de personalidad".
¿Tiene valor el diagnóstico en psicoterapia?
¿Es un lastre de nuestra dependencia médica en parte de la historia de la disciplina?
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