13/6/12

¿Para qué sirve ir al terapeuta?

Una amiga complicada con su vida ha venido dándole vueltas a consultar un terapeuta, lleva unos años en ello y se resiste. Me pregunta qué pienso, una y otra vez, y entre las razones que tiene para dudar está un muy buen amigo suyo, hombre muy culto que lleva muchos años, décadas en terapia. Por lo que dice parece tratarse de un psicoanálisis.
Lo que la inquieta es que su amigo es un experto en su propia vida, tiene nutridas y diversas explicaciones para todo, sabe una brutalidad de teoría psicoanalítica y de la vida de Freud y Jung, pero sin embargo no parece haber cambiado en nada.

Ella me pregunta ¿para qué sirve ir a terapia? ¿para tener explicaciones o para cambiar?...

Personalmente pienso que quizás el efecto es un poco de cada cosa, pero claramente al menos en lo que a mí respecta, creo que alguien que va a terapia, sufriendo por sus trabas existenciales, más que "saber" o "conocer" busca alivio a su sufrimiento, que es a lo que asociamos cambio.
Es cierto sin embargo que muchos de nosotros adictos a los tratamientos terapéuticos, disfrutamos en las explicaciones y en sentirnos cercanos a los creadores de las teorías fundacionales, como Freud por ejemplo. Esto, en cualquier caso, si dentro del marco de un proceso analítico lo que sucede es que el consultante en lugar de verse enfrentado a sí mismo y modificar su existencia, va adquiriendo conocimientos teóricos, ya no es propiamente una terapia o proceso psicoanalítico, sino más bien adoctrinamiento, formación en un marco teórico explicativo de la existencia, de lo que resulta no necesariamente una vida más sana sino un seguidor y más bien un creyente. Pues esta es la vertiente religiosa del psicoanálisis.

Si, bien lo decía Bion, notable personaje inspirado de la tradición, el psicoanálisis tiene al menos tres vértices, Ciencia, Arte y Religión.

De la veta religiosa resulta lo que antes describo, psicoanalizados que resultan en creyentes y seguidores, y también instituciones anquilosadas destinadas no al desarrollo de lo novedoso sino a la conservación del Dogma, tal cual, una Iglesia.
En cuanto Ciencia, intenta legitimarse estableciendo "conocimiento" acerca de lo humano, de lo singular a lo general, leyes científicas sobre el ser y el comportamiento.
En cuanto Arte, el psicoanálisis es una práctica, que debe ser ejercida en plena libertad creativa para estar viva y vigente al momento mismo del encuentro del psicoanalistas con su consultante, no puede deberse más que a la frescura del momento y su fugacidad.
No puede estar regida por formas ni constreñida por dogmas que pertenecen al vértice Religioso.
Es también lo artístico en psicoanálisis totalmente contradictorio con el vértice científico que busca ir de lo singular a lo general, pues en el encuentro analítico se trata precisamente de despejar lo general, lo que enajena al sujeto de su singularidad, para ir al encuentro de la verdad singular, personal, que pulsa bajo el manto de identificaciones y adaptaciones a lo cultural. Es ir al encuentro del sujeto, dislocando, desubicando el lugar de su verdad de cualquier otro campo que no sea el propio.

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