(Homenaje tardío, y algo cínico, a doña Julia González. Básicamente una vieja jodida y brillante que era el númerito central (y rotativo) en una escuela de psicología de la Universidad de Chile en los años en que la limpieza de la dictadura dejó poco más que tristes ayudantes en el lugar de académicos. Una señora que pudiendo haber sido un gran aporte enfermó de autorreferencia en un lugar en que debe haber sido la única que había leído y pensado acerca de ello).
Me preguntaron en tono de desafío algo amenazante "¿cuáles son tus creencias?"....
Me quedé intacto, e ipsoflato como diría Papelucho pensé, "ninguna"....
Aparte de que no creo en nada, ni en mí a estas alturas, no creo tener "creencias" en el sentido de profesar alguna fe.
Al rato pensé, "no, no "ninguna" sino más bien, todas".
No soy un experto, pero con los años de revisar escritos, escrituras y comentarios de la más diversa índole religiosa, siempre me quedo con ciertas impresiones muy claras.
Una es que hay que distinguir claramente el mensaje, la enseñanza, lo que profesan las escrituras, lo que dijo el profeta, las revelaciones que se le presentaron al fundador o al santificado por el grupo.
No sigas al maestro
Escucha su enseñanza
Tiendo a entender dichas enseñanzas como la expresión pasional de alguien que ha tenido una experiencia mística, un súbito arrebato del ser supremo que emerge universalmente desde el núcleo del individuo abriéndolo entero.
Lamentablemente, no puede aprehenderse ni el mensaje ni la experiencia a través del estudio o lectura de las palabras del profeta o portador de la verdad.
Y desgraciadamente, y aquí viene la segunda distinción, a eso se dedican las instituciones religiosas, los grupos humanos que se apoderan del mensaje del profeta cosificandolo en rituales y formas, instalando órdenes jerárquicos supremos que enferman de todo lo enfermo que las dinámicas del poder y sometimiento humano traen.
Es curioso, pero el fenómeno es el mismo trátese de la creencia de la que se trate. Creo que las verdades de los profetas son esencialmente las mismas, las formas de las instituciones formalmente distintas, revestidas de las culturas y épocas donde se desarrollan, pero las dinámicas del poder y el sometimiento que emergen desde la posesión de la verdad universal son muy similares de un grupo religioso a otro.
Si me tuviera que inscribir en alguna religión, sería más bien en una práctica, budista.
Hago la distinción entre religión y práctica, en el sentido de que la religión aporta explicaciones, respuestas a lo incógnito incognoscible, aquello que no puede alcanzarse por la vía del conocimiento racional, aquello que sólo entra en el campo de la experiencia, el fenómeno en cada uno. La práctica budista, en particular la zen, me simpatizan en la medida en que te sientan ahí mismo, ni más allá, ni más acá. Y eso es todo. Zasen, sentarse honestamente.
Creo sin embargo que las escuelas budistas, como todo grupo religioso, son la contradicción misma al mensaje profundo del Buda, como de Jesús, Mahoma, Eckart, Santa Teresa, Patanjali o quien sea.
El mensaje básico, conócete a tí mismo.
La clave está en qué se entiende por "conocerse", a qué tipo de experiencia apela.
Es en este punto donde el psicoanálisis destilado por Bion me parece el más fiel a lo esencialmente psicoanalítico.
Se trata de "devenirse uno mismo" en una experiencia vehiculizada por las palabras y las esencialmente fallidas interpretaciones que no tienen otra función que arrojarte al encuentro de tí mismo. La verdad cruda de lo que eres que destroza toda idea o ideal, desnudándote para abrirte a la vida misma.
Matías Fernández Depetris
Psicoterapeuta sin club discípulo de Groucho Marx
(Fundador y miembro único de Psicoterapia Sinclubista Marxista)
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