25/1/08

El Inconsciente, ¿existe?

El Inconsciente, aquello de nosotros mismos que no vemos pero se expresa de muchas formas, haciéndosenos presente a través de sus consecuencias indirectas.

A pesar del apoderamiento psicoanalítico, de lo inconsciente han hablado muchas tradiciones y personas de diverso origen.
En los trabajos de Freud destila un concepto de inconsciente que vale la pena examinar con detenimiento. Cuando se lo ve describir su trabajo con pacientes, lo que Freud hace es esperar encontrarse con la perplejidad de su paciente ante algo de sí mismo que lo interroga. Algo de sí que no cierra, que no entiende, que no hace sentido. En el acto el consultante, ya inmerso en la atmósfera sugestiva del gran doctor Freud, dirige su atención y esperanzas hacia este mago que develará las ocultas motivaciones que explicarán lo inexplicado de sí.

Freud era un mago, no un brujo, no un chamán (como otros psicoanalistas), por lo tanto se servía de trucos en el vehículo de la sugestión, no de entregarse al inconsciente, a la intuición pura en el despliegue de la relación con su consultante, el estilo chamánico.

Freud procedía entonces a explicar al paciente lo que le ocurría en términos de fuerzas y complejos debates internos entre diversas instancias psíquicas. Para él ampliar la consciencia era abrirla a los dictámenes de su teoría. Es decir, utilizaba su teoría para explicar al paciente lo que le ocurría.

Revisar el trabajo de Freud (personalmente me parece que Dora es el caso más dramático sin ser el único de ninguna manera) resulta chocante en el sentido de el modo en que va forzando los hechos para acomodarlos a su teoría, procediendo contra toda opinión y señal de sus pacientes, arrastrado por la convicción teórica de que las cosas eran como a él se le aparecían.

Era el trabajo de un experto, que hacía algo muy osado y a la altura actual de la teoría del conocimiento, absurdo. Pretendía tener un acceso privilegiado a la experiencia de su consultante, más allá incluso del consultante mismo.

Pues bien ¿cómo podría yo decir que sé lo que te pasa mejor que tú, si primero no afirmo que lo que te pasa te pasa en un dominio del que eres totalmente ignorante y en el que yo soy un experto? En el caso de gran parte del psicoanálisis, es el truco del inconsciente. Eso que te pasa te pasa en el inconsciente y yo te puedo decir qué hay allí. Para Freud en la época de Dora en ese espacio tienes complejo de edipo y teoría sexual infantil.

El inconsciente no existe per se. Es un modo de explicarnos lo oscuro de nuestro comportamiento. Es un modo de dar sentido a muchas cosas que sentimos, pensamos y hacemos, sin tener comprensión alguna de su origen y sentido.

Hay otro modo de conceptualizar lo inconsciente, propio de Bion, Laing y Lacan, que señala la presencia de lo inconsciente en el punto en el que perdemos el sentido de lo que somos, cuando no podemos explicar, cuando nuestra coherencia se rompe dejándonos en un impasse personal. Sin embargo la actitud ante esta presencia nula, es llevarnos a la experiencia de esa grieta. Las consecuencias que se derivan de ahí son el efecto de un buen psicoanálisis en manos de un psicoanalista advertido.

Muchos otros modos de situar lo inconsciente hay en Jung, el Budismo, la Teosofía de la Blavatsky, Antroposofía de Rudolf Steiner, Gurdjieff, Jodorowsky. Un inconsciente pleno de dimensiones y entidades. Lo dejo pendiente.

Lo que quiero destacar y poner en juego aquí es el problema del poder en psicoterapia, particularmente en psicoanálisis, como en cualquier otro enfoque que asuma tener un acceso privilegiado a una verdad a la que el consultante es ciego, como un modo de situarse como un experto mediador entre esa verdad y el consultante. Eso consolida un vínculo de poder y dependencia.

Un terapeuta éticamente bien ubicado debiera trabajar con esa dinámica para desarticularla, no abusar de ella para tener a un paciente dependiendo para siempre de las verdades que emanan de su terapeuta.

Son varios los que se ocupan de este asunto, Humberto Maturana, Ronald Laing, Sandor Ferenczi, Donald Winnicott, incluso me da la impresión de que muchos gurús de la india y tradiciones derivadas, en el budismo Chogyam Trungpa dice explícitamente que uno encuentra un maestro para perderlo, para seguirse a uno mismo. Ayer escuché decir que Krishnamurti luego de sus charlas lloraba desesperado porque la gente rendía culto a su persona y no escuchaba su mensaje de liberación.

Esto me recuerda a Jacques Lacan. Dentro de lo que conozco su trabajo, me parece que es un punto central de su trabajo, apuntar a la ilusión que se deposita sobre el psicoanalista y el progresivo desgaste que el trabajo psicoanalítico efectúa sobre dicha transferencia.

1 comentario:

Nato dijo...

Me causa gracia encontrar este blog...llegué a él por la entrada de marxismo y antroposofía. Y resulta que ha sido un reflejo casi exacto de mi postura jaja y en estas otras entradas también (ya que estudio psicología) y fuera del "narcisismo" de esto, muy bien escritas y con buenos argumentos.
Felicitaciones, muy bueno el blog!

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Queridos hermanos, Marx. Agradezco la conformación de esta cofradía de selectos analistas, y un antianalista sinclubista retirado, en este ...