22/1/08

Psiquiatria y Psicoterapia

Es una relación crítica, equilibrio precario.

Los síntomas psiquiátricos desde mi punto de vista muchas veces son un brote subjetivo. Una primera señal de algo verdadero que vive en alguien completamente autoesclavizado en una apasionada servidumbre voluntaria (De la Boétie).

El síntoma suele contener su propia cura, si se lo deja brotar, se comprende su sentido, se acepta sus consecuencias.

Muchas veces, inmersos en la lógica de la obediencia a un modelo de normalidad, nos pensamos "enfermos" o "malos" o "mal hechos" cuando enfrentamos ciertos sentimientos o vivencias que no calzan con lo esperado. Muchas veces esto no llega a ser consciente. EL rol de la represión es mantener la tranquilidad del sistema, muchas veces escondiéndonos aspectos de nosotros mismos, que de hacerse plenamente presentes, amenazarían gravemente la estabilidad de nuestra creencia en relación a quienes creemos que somos.

Tendemos a pensar que somos algo fijo y estable. Nuestra auto imagen nos encarcela pues el ser y la evolución a la escala de una vida humana es un proceso dinámico, lleno de fluidez y sorpresa.

Mientas más rígida es nuestra idea de lo que somos, más nos asusta la novedad en nosotros mismos, más "sintomática" será la aparición del desafío, de lo nuevo, de lo que no cuadra en lo que creíamos ser.

Convencidos de lo patológico en ello, tenderemos a buscar ayuda para aplacar, aplastar esto que de nosotros emerge que cuestiona todo nuestro equilibrio.

El arte de medicar. Es aquí donde es crítica la posición del psiquiatra que pueda recibir éste brote. Muchos van a seguir la lógica de readaptar al sujeto a su habitualidad, y medicarán al servicio de contener lo que emerge.

Otros, más cerca de la ética psicoanalítica y de otros enfoques que conciben el cambio y comprenden sus formas de presentación, declinarán medicar y procederán a mostrar el camino de una buena terapia, o medicarán en caso de necesidad, para que la fuerza sintomática sea moderada y permita un proceso terapéutico sin bloquearlo.

En mi experiencia hay numerosos casos en los cuales la necesidad de medicación disminuye hasta desaparecer en la medida en la que lo que apareció como un síntoma es comprendido, aceptado e integrado por el sujeto como parte de sí.

Hay excelentes coterapeutas médicos, buenos compañeros de un terapeuta. Sin embargo la cultura actual, con su inmediatismo y facilismo, muchas veces facilita el camino de la medicación para anestesiar, enajenando al sujeto de su síntoma y contribuyendo a sostener un equilibrio precario pero amable en parte.

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