30/1/08

Ciclista amoroso. (Carga con tu propio peso)

No soy muy amoroso, soy mas bien bestia bruta. Pero no me gusta la idea de ciclista furioso.

A la bicicleta me subí de chico, como muchos supongo. Santiago era un pueblo hace 30 años, y se recorría amablemente en bici. Tengo muchas anécdotas y aventuras de esa época libre.

Viviendo el sueño occidental del progreso, y habiendo heredado cierta pasión por la sangre italiana, apenas pude compré mi primer auto, y seguí teniendo uno "como todo el mundo" (interesante el egocentrismo clasemediaalta que revelo).

Pero, como los cambios sobrevinieron, llegó el Transantiago, y mi viaje en auto a trabajar aumentó a casi el doble por la maravilla de paraderos que hicieron ocupando vías de circulación. Los ingenieros ocuparon una pista de Av. Tobalaba al llegar a Bilbao.

Hace rato venía pensando en volver a la bici, un día de Marzo, de los primeros a vuelta de vacaciones, probé. Fantástico, una revelación. Desde ahí no he parado, el auto no lo uso en la semana y la vida realmente cambia en muchos sentidos.

La bicicleta exige una atención casi animal, plena y conectada, poca mente, mucha reacción lúcida desde el cuerpo. Llego a mi destino totalmente renovado. Me contrasta con el auto en que, al menos yo, me voy mascando el chicle mental y llego a mi destino totalmente agotado de mí mismo.

Un día pedaleando me vino a la mente la frase "carga con tu propio peso". Me encantó, es el sentido de responsabilidad que impone la bicicleta. Consumir petróleo con todas las consecuencias que tiene su extracción, distribución comercial y combustión en el mundo, es cargar con ese peso a otros animales (humanos y de los otros). Uno paga por la bencina, pero ese dinero no compensa el daño. Desde otro punto de vista si uno come en exceso, más de lo que requiere, el pedaleo se hace cargando un peso muerto, uno se regula solo. Uno no carga a nadie con los excesos propios. Se ahorra un problema de la modernidad, el deporte obligado por lo sedentario de la vida diaria. Es tan absurdo que uno tiende a querer tener un auto de lujo, comer de lujo, y luego tenemos una guata de lujo. Obligado a generar tiempo extra para actividad física, ya no por el placer de hacerla.

Como andar a pie, en el hecho de trasladarse, uno integra un conjunto de necesidades. Contraría un poco esta visión moderna en que ya el auto parece parte del esquema corporal de muchos, pero a mí me hace más sentido. Ojalá me dure.

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