22/1/08

Psicoanalisis

Me formé como psicoanalista en gran parte de mi trayecto. Tengo fuertes influencias de lo sistémico y lo relacional. Es decir la mirada sobre el contexto en el que surge tanto un síntoma en alguien como una identidad o un proceso vital. Entiendo que las personas somos semillas en el sentido de traer algo desde la misteriosa base desde la que emergemos a la vida, lo que llamamos temperamento. Entiendo también que en el encuentro con un contexto determinado biopsicosocial, esa semilla podrá desarrollarse de acuerdo a su potencial, o lo que es más frecuente, resultará deforme o mutilada en el encuentro violento con un mundo poco respetuoso con lo emergente, con el misterio y la receptividad.

El psicoanálisis, a diferencia de las psicoterapias (incluso la psicoanalítica), y siguiendo ideas de mi amigo Juan Tubert Oklander de México, traídas a la mano en una reciente conversación por mi amigo Jaime Yasky, es un proceso en el cual todos los elementos del psicoanálisis sus herramientas y conceptos, el rol y lugar de paciente y analista, quedan sujetos a la revisión, a partir de la experiencia.

En el psicoanálisis más clásico (Freud, Klein, Lacan y sus linajes respectivos) es la experiencia del consultante la que se observa, dejándose fuera la del analista en diversos grados.

En posturas más recientes como el intersubjetivismo, se hace eco de viejas ideas muy poco desarrolladas hasta ahora en el plano oficial del psicoanálisis, se integra el pensamiento de Ferenczi, Searles, Sullivan, Laing, Winnicott, Kohut principalmente en un enfoque que tiene como bases fundamentales la apertura a la experiencia como el elemento central a trabajar en el encuentro terapéutico. Se entiende que terapeuta y consultante están inmersos en el contexto mutuamente generado, y sus experiencias mutuamente determinadas en un proceso dinámico.

Ambos sujetos sólo tienen acceso a su experiencia del otro y de la situación. No existiendo posibilidad alguna de que el "experto" tenga un acceso privilegiado a la experiencia del consultante. De esto resulta un encuentro que se centra en la exploración de la experiencia del consultante, quedando sujeto a revisión todo elemento del encuentro.

En mi impresión, un psicoanálisis con estas características, arroja al sujeto a un brote existencial, a un renacimiento a partir de la experiencia de ser, brote subjetivo. Opuesto a una identidad definida a partir de los demás. Este brote existencial a mi modo de ver está muy cerca si es que no exactamente en el lugar al que apuntan muchas escuelas budistas, en particular la zen.

Es el fin del camino, cualquiera sea este camino. Psicoanalítico, budista. Es el inicio del camino propio, de la vida propiamente humana. Consciente y responsable, en un proceso cuyo trayecto es un misterio en tanto es totalmente nuevo.

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