31/1/08

Dificultad para disfrutar, ¿Culpa judeocristiana o consciencia lucida?

Tengo un amigo que gusta de decir que es la culpa judeocristiana la que nos impide disfrutar de lo que tenemos. Yo no se bien qué quiera él decir, pero cuando lo escucho me pasan ciertas cosas.

Con ese amigo pertenecemos a un grupo de amigos profesionales bien posicionados en el ámbito de nuestro oficio, somos independientes y gozamos de prestigio y demanda laboral más que suficiente. Somos dueños de nuestros horarios y tiempos de vacaciones que nos tomamos cómodamente. Un mes en el verano más menos, un par de semanas repartidas el resto del año, viajes, congresos.

Entre pitos y flautas calculo que tomamos libre cerca de dos meses por año. No tenemos jefe y aún cuando dependemos del mercado nuestros honorarios profesionales son del rango alto. Educamos a nuestros hijos en los colegios que elegimos, con acceso a idiomas y a un mundo universitario internacional, pagamos coberturas de salud de primer nivel, tenemos o podríamos tener más de una o dos propiedades de descanso fuera de Santiago. Vamos frecuentemente a restaurantes sin fijarnos mucho en nada más que el gusto de disfrutar del refinamiento gastronómico y la buena atención. Tenemos acceso a libros en todo el rango de nuestros intereses. Tenemos autos a disposición, casi nuevos y en muy buen estado. Tenemos o optamos libremente por no tener asesoría profesional en el hogar. Pagamos seguros de vida con ahorro, y muchas cosas más que el pudor (o la consciencia lúcida de la que quiero hablar... o la culpa judeocristiana) no me dejan detallar.

El detalle me resulta un poco idiota, no son las cosas en sí, su cantidad, diversidad o precio, el lujo privilegiado es la amplitud de opciones y la posibilidad de elegir el modo de vivir en cada aspecto.

Solemos decir entre nosotros que nos sacamos la cresta trabajando para tener lo que tenemos.

Siendo honesto, en este acto me declaro divergente en relación a esa última afirmación. Hablo por mí, pero no me saco la cresta, ni con mucho. Vivo en un barrio elegido. Trabajo lo que quiero, tengo lo que necesito me demoro no más de 30 minutos a mi trabajo, en bicicleta por el puro gusto porque el auto lo dejo en casa. Hago deporte diariamente una hora. Me doy el tiempo para aprender algo de música. Trabajo en una oficina a mi gusto, bien ubicada, amplia, que algún día puede llegar a ser mía si termino con el crédito hipotecario que es lo único que me debe distanciar mucho de un millonario, o lo segundo, porque si ser rico es no tener que trabajar para vivir, ahí estoy lejos. Pero ni tanto.

Ser rico es vivir con menos de lo que uno gana. Cosa relativamente fácil de organizar en la clase media alta a la que calculo pertenezco, pero en los rangos inferiores de ingreso la cosa es muy distinta.

Creo que justificarme y no cuestionar mi posición socio económica con un cerrado "me mato trabajando por lo que tengo", recurso que utilicé por años, ya no me satisface.

Sacarse la cresta o matarse trabajando tiene que ver más con viajar horas, léase HORAS, en micros bajo la línea de lo digno, sin opción, pagar cerca de un tercio del ingreso en ello, estar muy poco con la familia y muchas veces agobiado por la realidad, no tener más que la paciencia como recurso en una sala de urgencia cuando hay un problema se salud, la resignación a la hora de aceptar el lugar en que pudimos educar a los hijos y el modo en que son tratados, la deriva para encontrar las cuatro paredes en las cuales se asienta el sentido de familia y hogar. Un trabajo con el que nos uno no se alcanza a relacionar con el arte y el placer de realizarlo si se vive pensando en el miedo a perderlo.

No por poco la ex ministra de salud, actual presidenta, llevó a su hija a la Clínica Alemana cuando tuvo que hacerlo... No por poco dudo que algún ministro eduque a sus hijos en colegios municipalizados o liceos. Pero eso es otro tema...

Bueno, no se, pero no me calza la culpa judeocristiana, que puede ser parte del asunto, pero judíos y cristianos, también tienen tradiciones de hombres espirituales, profundos, conscientes. Algo de lucidez habrá en que me duela hasta el hueso cuando un muchachito sano aún me pide una moneda por limpiar el parabrisa o por alguna pirueta de esquina, sin mucho más horizonte que pelear por la mejor esquina, mantenerse popular dentro del grupo dominante, y mantenerse alejado de los mil y un desvíos que la vida de la calle le presentará. Cuando veo una señora que podría ser mi madre o mi abuela circulando a la caza de una moneda para juntar lo mínimo. O cuando se me acerca lloroso algún cuentero, normalmente hombres entre sus 40 y 50, con un niño en brazos de aspecto decaído y una receta en la mano de algo que no puede pagar. Lo primero es pensar "me están cuenteando", claro, es posible, pero lo horroroso es que hay muchos que podrían estar pidiendo del mismo modo sin estar contando ningún cuento.

La brecha hoy no es como cuando yo era chico, que pasaban por mi casa todas las tardes a pedir pan duro, fruta, azúcar, lo que fuera para matar el hambre, así de crudo era hace 35 años. Hoy quizás nadie use una ropa desgarrada o un zapato distinto de otro a no ser que a la pobreza se una alguna singularidad de pertenencia psiquiátrica. La ropa está tirada, a costa del nivel de vida de los chinos o equivalentes, claro... la comida abunda, y se pudre por algunos lados, mientras en otros no asoma...

La brecha al menos en este país es otra, las oportunidades de encontrar un lugar digno, decente, conducente en el mundo.

El mundo del privilegio es un asunto serio. No creo que simplemente sea una distorsión perceptiva por la culpa. La culpa como la angustia ligada, pueden estar siendo una muy buena señal de que algo no anda bien. Temo a nuestro hábito de dormir con drogas esas sensaciones que son las que nos llevan a cuestionarnos, ejercicio pasado de moda.

Yo creo que se trata simplemente de que sin hacer mayores análisis, yo se casi organísmicamente, que vivir como vivo sucede por sobre una buena porción de la humanidad que subsiste en condiciones inhumanas y probablemente mi posición descansa en le precariedad de otras vidas.

Yo no tengo asomo de solución, pero quiero dejar de tapar el sol con un dedo.

No creo que sea un problema político administrativo, me harté de descansar en exigir a otros se hagan cargo de mi responsabilidad. Es un asunto de consciencia personal.

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