30/1/08

Miedo a la muerte

Ayer mi hermano me pregunta ¿tienes miedo a la muerte? No se exactamente porqué, pero estábamos en ese momento almorzando en un restaurant de comida orgánica, yo bebía un té blanco y masticaba mis vegetales (hay un divertido y dramático artículo de Ken Wilber "Medita y come tus verduras"). Quizás eso hizo a mi hermano suponer que me protejo de morir.

La verdad, hago una vida cada vez mas sana, opción poco ideológica, pero muy pragmática, con los años he ido descubriendo lo mal que me sentía haciendo ciertas cosas y lo muchísimo mejor que me siento haciendo ciertas otras, muy simples y pocas. El instinto me ha ido guiando a lo que para algunos amigos es una vida monástica. Menos es mas, digo yo. Pero, no es por miedo a la muerte, hasta donde la autoconsciencia me acompaña es amor a la vida que no es nada sin la muerte.

Morir es lo único cierto. Es la única realidad pienso. Es la base de lo real. "Morir es cierto" decía Roser Bru en una serie de grabados, ¿habrá algo más cierto?. El límite del conocimiento, la apertura al misterio, al menos para mí que no tengo ninguna capacidad hacia lo sobrenatural o más allá de la muerte. Habiendo enterrado a varios cadáveres que antes fueron seres queridos, habiendo tenido amplio contacto con la muerte de muchas formas, tengo la impresión de que morir no me mata. El tema es mas bien, dos cosas, cómo vivo mientras no muero, y derivado de eso, quedar atrapado entre la vida y la muerte. Eso si me parece más bien latoso.

En el primer punto, me gusta vivir más livianito, más despierto. Me gusta disfrutar de los primeros momentos de luz de la mañana y dormir cuando cae la noche. Me gusta sentirme cerca de quienes me importan, cerca, no intelectualmente cerca, cada vez soy menos amigo del chicharreo verbal. Me gusta ver desarrollarse a las personas, no en vano vivo de eso, especialmente me gusta ver el crecimiento de mis hijas, las búsquedas de mis cercanos. Me gusta mi vida diaria, mi viaje en bicicleta de ida y vuelta a la consulta, las personas que me encuentro en lo cotidiano. El chiste rápido, el giro de la palabra a la que los chilenos somos dados. Algo de andaluces por ahí queda.

En el segundo punto, confieso cierto rechazo a la idea de quedar a medio camino entre la vida y la muerte, quedar en alguna condición en la que no pueda decidir mi destino y quede en manos de personas que actuarán según cualquiera de los modos imaginarios de tener compasión de un pobre moribundo que no se muere nunca. En esto probablemente coincidimos muchos, preferiría morirme de un paraguazo.

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